Insomnio


El cielo hacía las veces de techo en aquellos paseos nocturnos estivales. Corría aire a pesar de ser agosto y se abrazó el cuerpo en busca de algo de refugio. Recordó las noches en las que él paseaba a su lado, ofreciéndole qué ponerse sobre los hombros, invadiéndola con su olor. Pero ni él estaba allí, ni ella sentía otra cosa que una ligera candidez cuando lo recordaba. No había nostalgia, nada que despertara un sentimiento que la incitara a volver a intentarlo. Aquello era cosa del pasado, así lo había decidido y así quedaría.

No podía definir como mala aquella nueva etapa, tampoco como algo espléndido. Decidió bautizarla como equilibrio, pues había una compensación más que suficiente. Pero, a pesar de aquella serenidad, algo en su interior se removía inquieto. Recordó todos los momentos íntimos que había vivido a lo largo de aquella semana con distintas personas. Pensó en aquellas frases que había recopilado y que habían resonado una y otra vez en su interior al ser escuchadas por vez primera. La coraza que se creaba tras cada fracaso estaba empezando a desaparecer y se sentía vulnerable, aunque, por otro lado, su cabeza marcaba más claros que nunca los propósitos y pautas a seguir frente a las próximas decisiones con cierta relevancia. Empezaba a dolerle el cuello de tanto mirar a las estrellas, cómplices del hilo que seguían sus pensamientos.

Se sentía arropada por muchos y desamparada al mismo tiempo, tanta novedad la confundía. Depositaba una confianza ciega sobre todo aquél que se le acercaba, pero tampoco se sorprendía, o eso quería creer, si descubría alguna pequeña traición. Lo cierto es que sí dolía, pero se había acostumbrado y se olvidaba pronto. El frío se hendía en sus huesos recordándole que la montaña no es el mejor sitio para llevar poca ropa una vez anochece.

Un sentimiento se abalanzó sobre su mente, ilustrándole ciertas imágenes aparentemente azarosas que bien poco tenían de serlo. Una conexión especial, el horóscopo decía que la combinación de signos era idónea, y no pudo evitar soltar una carcajada al sorprenderse pensando en semejante absurdo. En lo que sí creía era en que existían personas con las que conectaba desde el primer momento, no sabía cómo ni por qué, pero había algo que la empujaba a sentir cosas que escapaban de su control desde el primer instante. Establecía vínculos fuertes que le impedían ver más allá del afecto que se desarrollaba, permitiéndole al otro jugar con ella hasta cansarse. Por otro lado, existían esos vínculos que crean el tiempo y las largas conversaciones, íntimas y repletas de silencios que hablan por sí solos. Esos también eran fuertes, evolucionaban con la relación y no morían fácilmente. También se anclaban entre ella y ciertas personas vínculos de incompatibilidad absoluta, tan intensos como los primeros. Finalmente, calificó al misterio como otro factor que le despertaba algo por dentro que no podía calificar como nada conocido. Un misterio acompañado de situaciones de enorme confianza, una confianza que cuesta labrar años, un interés que se desvanecía para volver a esa aparente despreocupación que distanciaba nuevamente los caminos.

El calor de la casa comenzó a desentumecer sus manos, insensibles y frías, torpes. Las miró largo rato y pensó que la fisonomía habla por la gente si sabes mirarla. Y ella se conocía bastante a sí misma como para no reconocer en sus manos muchos rasgos de su personalidad. Al alzar la vista supo que tenía miedo, miedo a perder ese equilibrio y a caer de nuevo en el remolino de la incertidumbre, el dolor, la rutina y los errores con graves consecuencias. ¿Miedo natural? Puede ser, pero el equilibrio estaba presente en tan pocas etapas de su vida que su mera presencia era interpretada por su parte como la calma que precede a la tormenta. Y se echó las manos a la cabeza, hablando desde la figuración, al imaginar el siguiente punto de inflexión en su vida, pues aquella calma era realmente alarmante.  No obstante, arredrarse no entraba en sus planes de futuro y caminó con paso decidido hacia la cama, enterrando con el sueño los malos pensamientos.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Sueño de una noche de verano - Serena

29. Alba

Sueño de una noche de verano - Tolerante