Me gusta
Me gustan las pecas. Las pecas en la cara, debajo de los ojos, alborotadas,
derramadas sobre las mejillas. Las pecas solitarias sobre el labio, en la
oreja, en un dedo, al lado del ombligo. Las pecas que mutan a manchas en ese
rincón del cuerpo que se convierte en algo especial. Me gustan las pecas
claras, oscuras, las negras, las rojas, redondas o sin forma definida. Me gusta
esa mancha con forma de continente, de antojo o las que requieren imaginación
para representar algo. Me gustan.
Me gustan los dientes, más o menos blancos. Me gustan rectos, desordenados,
cuando se montan o cuando sobresalen un poco. Me gustan las sonrisas con
personalidad, las que crecieron solas sin ayuda de ortodoncia. Me gusta el
diastema, me gustan juntos, grandes y pequeños. Me gustan esos huecos que se
forman y que configuran una geografía única en tu dentadura.
Me gustan los ojos, grandes, rasgados, pequeños, redondos. Me gustan
negros, verdes, azules, marrones o grises. Me gusta uno de cada color, los dos
iguales. Me gustan los ojos en los que te pierdes, me gustan los ojos que no te
dejan perderte, los ojos con vida o los melancólicos, los soñadores y los
despiertos. Me gustan con más o menos pestañas, me gustan los ojos que miran
sin miedo.
Me gusta la nariz. Recta, respingona, aguileña, ancha o fina. Me gustan las
narices con personalidad que no se dejan retocar por la cirugía. Y los labios,
finos, gordos, redondos, con picos. Me gustan los rostros, la gente es bella.
Me gusta el pelo, liso rizado, con ondas. Me gusta del color del sol o del
de la noche. Me gusta el que tiene el color del fuego, el que recuerda al
otoño. El pelo en verano y en invierno. Me gusta largo, corto, encrespado,
lacio, despuntado. Me gusta el flequillo y las frentes despejadas.
Me gusta la piel, ya sea clara, oscura, rojiza o aceitunada. Me gusta la
piel fina, la piel gruesa. La piel con imperfecciones, la piel suave, la de
melocotón, la piel mate o brillante. Me gusta la piel lisa, con arrugas, la
piel que ha vivido y que habla por sus surcos. Las arrugas en las comisuras de
tanto reír, las arrugas en la frente por preocuparse. Me gusta la piel sabia,
la que sabe de la vida.
Me gustan las piernas. Delgadas, musculadas, regordetas, más largas, más
cortas. Me gustan las piernas que pisan con firmeza, sin miedo. Las piernas que
se comen el mundo, las que te llevan a lugares inesperados, las que soportan tu
peso cuando necesitas fuerzas. Me gusta la gente con piernas aventureras y las
de los que deciden colocarlas en alto mientras contemplan el cielo.
Me gusta la espalda, más lisa, más arqueada, con una carretera en medio
hasta el cuello. Me gustan las espaldas con las vértebras a modo de colina, con
surcos o sin ellos. Las que se contorsionan y las rígidas, suaves, con manchas,
sin ellas. Las espaldas llanas como una meseta, con dulces badenes en el
lumbar. Me gustan todas.
Me gusta la gente con personalidad, la gente que se ama tal y como es, la
gente que no crea prototipos, la gente cuyo prototipo son ellos mismos. Me
gusta la gente que ve su defecto y se ríe, pero no lo esconde, la gente que
hace de ese defecto algo suyo, algo único, algo con carácter. La gente que no
se explota, que no se exige demasiado, la gente que se acepta. La gente que se
siente guapa en el espejo, pero que no se deja llevar por la soberbia. La gente
que admira a otra gente sin tratar de ser como ellos, la gente que ama, la
gente sin envidias. La gente que te dice que estás guapo cuando es verdad, sin
esperar nada a cambio. Aquellos que te dicen que eres increíble y que saben que
ellos también lo son a su manera. Sin complejos, sin prejuicios. Me gusta la
gente natural.
Y a ti, ¿qué te gusta?
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