29. Alba
La ventana
entreabierta
Deja paso al murmullo
De las olas.
En el suelo hay un
botón
Testigo de las
batallas
Que se libraron esta
noche
Donde el arma
homicida
Fueron tus besos,
Un puñado de caricias
Y arañazos en la
espalda.
La brisa te alborota
el rostro,
Mece tus sueños,
Arropa el desafío
Que aún guardan tus
labios
Y corona la escena
De la victoria, el
alba.
La luz intrusa
Tiñe de amanecer
El coliseo de tus
sábanas.
Y yo, ¿qué es de mí?
Inhalo el dulce
salitre
Que arrastra el
recuerdo amargo
De tantas auroras sin
nombre.
La marea lame la
arena,
Visible desde tu
almena,
Mientras las gaviotas
inician
La rutina de tus
costas
Con quehaceres
imprevistos.
Bautizo mi derrota
Con el nombre de tus
ojos
Y a los pies de tu
bastión
Rindo la pleitesía
Que ganaste al
disparar
Las flechas
encendidas
Con el fuego de tu
pasión.
Fijo la vista en la
arena,
La sangre de mis
versos
Se derrama por tu
cuello,
Gotea por tus manos
Y alcanza el suelo.
He perdido sin perder
Una guerra absurda
Que ya tenías ganada.
La ingenuidad de mi
alma
Me engañó con
esperanzas
Imposibles.
Y tú duermes
inconsciente
De que en la caja de
música
Que decora tu mesilla
Se esconde exhausto y
sangrando
El corazón de un
pobre idiota
Que no supo adónde
iba
Hasta que te
encontró.
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