36. Bonhomía
En el silencio de la noche
Se escuchan mejor las voces
De los amantes,
De los locos,
De los corazones rotos.
A la luz de la Luna
Asoman tus ojos negros
Por el reflejo del cielo,
Desamparado hoy
De su habitual manto.
Y llora mi alma
Sabiéndote lejos,
Sintiéndote cerca.
Brotan los sueños
Que dejaste a medias,
Como aquellos besos
Que invitaban a más.
Admirable bonhomía
La de tus manos proscritas
Leyendo mi cuerpo,
Escribiendo en mi espalda,
Pidiendo permiso a mis labios
Que rozaban con delito
La piel de tu cuello.
Hay una flor joven
Junto a un cirio incombustible,
Cuya luz es pura, nueva,
Gotea su cera machada
De la blanca inocencia
De tu verdad más tierna.
Tu voz de terciopelo
Susurra las palabras
Que olvido cada día
Para sentirlas nuevas
En cada llamarada,
Deseosa de que ardamos
Juntos, revueltos, jóvenes.
Nado en el agua
De tus intenciones
De terrible claridad,
Pues me otorgan el poder
De controlar tus sentidos.
Me asusta tu bondad,
Me estremece tu cariño
Y se torna en adicción,
El sabor de tu presencia.
Se lo cuento a la noche,
Pues es tranquila, serena
Y atiende con discreción
Los delirios de un corazón
Loco enamorado
De tu bondad y pasión.
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