34. Mondo



Hoy que solo busco
En los charcos del suelo
El reflejo de los días
Mondos.
Hoy que amanezco
Sin enredos en la psique,
Sin filosofías,
Sin complicaciones burdas,
Sin ensayos nihilistas,
Con el verbo desnudo.
Hoy no quiero lujos
Ni banalidades
Que llenen las horas
De un reloj guiado
Por imposiciones,
De saetas sujetas
Por los hilos tensos
De los artificios
Fríos y mundanos.
Quiero que me eleves
Al tan noble rango
Que tienen vetado
Reyes y princesas
De grandes coronas,
Gulas y riquezas.
Quiero ser la niña
De cabellos libres
Que juega, dichosa,
Con la voz del viento,
Rasga sus rodillas
Y mancha sus ropas
Con el barro limpio
Del llanto sombrío
De los maniquíes
De este mundo enfermo.
Quiero enamorarme
De tu inteligencia,
Ser la Cenicienta
Del divino reino
En el que tus sueños,
Risas y deseos
Duermen sin temores
De tantos dragones
Que escupen el fuego
Frío, envenenado,
Que arrasó ciudades,
Ahora cementerios,
Donde yacen muertos
Tantos caballeros
Junto a sus anhelos
Azules, frustrados.
Hoy que solo quiero
El dulce reencuentro
Con los años niños
En el paraíso
Que hicimos nuestro,
Donde el único oro
Eran esas hojas
Que arranca el otoño
Y que hacen de alfombra
A los pies descalzos
Que corren sin miedos.
Hoy quiero dormirme
Bajo las estrellas,
Y que por abrigo
Me cedas tus brazos.
Que sean los sueños
Los que con su aroma
Me conduzcan, raudos,
A la blanca luna,
Pálida, sencilla,
Libre de artificios,
Como mis deseos. 

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